jueves, 9 de enero de 2014

DESNUDA.

Después del mal trago, de tantas dudas y sentimientos encontrados, se quitó la ropa lentamente. Aquel momento se le antojaba mágico, era ella a flor de piel. Poco a poco se le iba marcando una leve sonrisa en su preciosa cara. Se miró al espejo, observó su desnudez, esto hizo que se marcara aún  más esa sutil sonrisa que podría enamorar a cualquiera. Sus curvas eran como la melodía de un viejo piano en un solitario bar, olor a ron y tabaco negro. La moderna lámpara de aquella habitación hacía tornar su piel roja. Miraba las luces y sombras con las que jugaban esa lámpara y su cuerpo, se divertía, pero estaba cansada. Se recogió el pelo con su mano derecha y dejó caer su cuerpo, lentamente, pero libre, sobre el suelo. No pensaba en nada, simplemente sentía.
Desnudo sentado en rojo, Marc Chagall.

No hay comentarios:

Publicar un comentario